No need to hurry.
No need to sparkle.
No need to be anybody but oneself.
A room of one’s own – Virginia Woolf
El eco de mi voz se hizo mudo de repente.
No tuve que verte. Te reconocí.
Estabas inmóvil en un espacio prohibido.
Dos íntimos desconocidos.
Eres transparente.
De esas cosas que no puedo explicarte.
Tendrías que imaginar todo.
Tendrías que desnudarme.
Acariciarme con las olas de tu armonía.
¡Búscame en la memoria que has olvidado! Búscame ya!
Porque inmóvil te mueves en mi espacio. Lunar como el desierto.
Es cierto.
Leche y caramelo.
Me convierto en tu recuerdo, si quieres.
Me siento como esas veces en que me tranquilizo balanceándome en el viento.
Mi cuerpo en mil pedazos. Las manos flotando solas.
Mi boca, la primera que quiere hallarte.
Y mientras tanto pienso que no te miento cuando te imagino .
¿El vidrio está deslucido o es mi mente? sigo palpitando, ausente.
Acabo de limpiar el cielo con un dedo, necesito que resplandezcan flores no nacidas.
Oxigenándome de azul.
Te siento agitado en mis fibras estremecidas. Se corta la ausencia.
Miedo. Cansacio. Acaricio un gato cualquiera para ver si existo. Un quejido.
Con ese vestido que te gusta me reflejo en múltiples espejos rotos.
Pequeños estallidos de mí. En espera. Sin sabor. Amargo licor.
Voy a entenderme y vuelvo. Más líquida. Te reclamo. Te siento.
Búscame a las 5 de la tarde en el lugar que sabes.
En esa calle.
Podría ser transparente.
Nos tomamos un té y nos amamos para siempre.