Imagen: Salvador Dalí, "desnudo adentro el desierto paisaje", 1946
Se hace duro el viento
en la pereza equivocada de mi cuerpo,
en la certeza de lo inexistente.
Y es que me equivoco otra vez,
sólo muere un rincón de cielo
inhabitado porque ausente.
Me desarmo despertándome rebelde
con la intención de descifrar
un desamor culpable.
Hablo de un pueblo invisible
que el sol omite a veces
de mojar.
El agua no lo cuida.
El mar lo olvida
y el mundo baila la vida
en otros suelos.
Yo te quiero regalar un cuento
pequeñito.
Enciendo la luz y te ilumino
planeta de inocencias frescas,
aire de nadie. Hambre de azul.
Polvo de olvido.
Un nombre no lo encuentro,
en sus aullidos te llama el viento
País amarillo
donde las sombras
oscurecen los huesos,
donde los verdes
se convierten en cenizas.
Blanco de negra experiencia,
de luchas de supervivencia ,
si enseño a mis dedos a indicar
la dirección de tu astro,
si te amo sencillamente
y te dibujo un cielo,
empezarás a gritar,
- calle de nada -
a romper el desastre de tus venas,
a construir la vida,
a respirar el aire y no la arena,
a ser real en todo este
Ruido.
Clara