No diré nada.
Me quedaré callada
como de costumbre.
Quizás yo todavía no sea
ni la que quiero ser
ni la que esperas.
Tampoco quiero escribir
sobre el silencio
porque se sabe
que lo no dicho
es un sospecho
de reproche
y de vileza.
Y si una palabra inquieta
se me escapa
es por decir que
no hablaré de nada
que antes no esté pintado
con mil colores
en mi cabeza.
Y sabes qué?
Fue algo tan pequeño
en medio a las palabras
que quizás puedas pensar
que evaporó en un latido
de mis pestañas.
Así no es
se va a quedar conmigo
como el dolor más grande.
Y nunca lo sabrás
si no entendiste.