Imagen: Giorgio de Chirico, "Ettore e Andromaca", 1973
Vieja luna atada a horizontes de nadie
no me perteneces y te niego
con el aliento mojado por la noche.
Tu casa ya es mi rincón olvidado
y la luz es neblina que se esparce
en tus hilos perdidos.
Ahogo despacio en lo que eres.
Respiro tu espacio. Te miro.
Mi sombra es un lago adormecido
y tú,
mi tibia ribera,
un espejismo.
Oleaje de azúcar,
un sueño que huele a mañana,
un beso robado por el perfil de la noche
y una vieja luna con su sol paralelo.
Casi no lo creo que estás en el medio,
casi no te creo hecho de viento.
Siento que te pierdo en un espejo
y más te miro y más te haces
transparente.
Desierto de mares,
pensamiento agorafóbico,
cuando todo se arrepiente de todo
y el tiempo se desata
en vuelos.
Y tú
Y yo
y la luna
no somos nada
cuando te sé distante.
Cuando de mí te sabes
de tí me siento,
cuando un respiro es cielo
y el cielo es denso,
cuando un instante es nuestro,
fuera del tiempo.